La traducción del acondicionamiento y el etiquetado de medicamentos de manera precisa y correcta para los mercados internacionales supone un reto al que no resulta fácil enfrentarse.
Imagine a un director de registros o un jefe de compras mirando fijamente su escritorio una tarde lluviosa, preocupado por un mensaje de correo electrónico de alta dirección que sencillamente indica que busque un buen proveedor de servicios de traducción y resalta que: «bajo ningún concepto, se equivoque en su elección…»
¿Cómo encontrar un proveedor de servicios de traducción de confianza que no le defraude y establecer una asociación duradera en ese inmenso océano de «las mejores» empresas de traducción? Esta es la pregunta del millón para los mercados de medicina que desean comercializar sus productos y servicios con éxito a escala internacional.
Según mi experiencia, el «factor de preocupación» más evidente es que, a menos que usted domine de dos a treinta idiomas (que son los que podría necesitar), ¿cómo podrá comprobar la calidad del producto final? Por desgracia, en el momento en el que salga a la luz la traducción del acondicionamiento, el etiquetado, el prospecto para el paciente, la documentación para el usuario o el sitio web, ya será demasiado tarde para reparar el daño de una traducción de mala calidad. Por ejemplo, en Alemania, entre 2006 y 2007, un error de traducción provocó 47 intervenciones quirúrgicas fallidas de artroplastia de rodilla. Existían dos tipos diferentes de prótesis de rodilla, para utilizar con o sin cemento. La etiqueta en el idioma original del envase de la prótesis incluía la información de que el componente femoral era «non-modular cemented» (cementada no modular), que se tradujo incorrectamente como «no cementada» o «sin cemento». Aquellos 47 pacientes tuvieron que someterse a la artroplastia de rodilla dos veces para poder rectificar la situación.
«¿Cómo se puede comprobar la calidad del producto final?»
¿Cómo evitar un posible desastre en las relaciones públicas y, lo que es más importante, cuál sería el mejor sistema para conseguir que el responsable de la toma de decisiones de este proceso destaque? Tras 16 años de experiencia en la industria de la traducción, puedo ofrecer las siguientes sugerencias.
En primer lugar, en función del volumen de documentos que deban traducirse y del número de idiomas de destino, la escala de evaluación de su proveedor variará de un breve cuestionario a una auténtica «Solicitud de propuesta», con preguntas centradas en áreas específicas de conocimiento y experiencia. ¿Ha preparado su empresa este tipo de evaluación anteriormente? De no ser así, quizá sea aconsejable solicitar orientación a una agencia de traducción que esté dispuesta a ayudarle en todo el proceso con total imparcialidad. (Y sí, ¡somos unas cuantas!). En general, sugiero prestar especial atención a la experiencia y la lista de clientes de la empresa, su antigüedad en el sector y si cuenta con clientes con los que ha trabajado desde hace tiempo (más de 5 años). Si es posible, intente obtener referencias de aquellos clientes con los que ha trabajado menos de 12 meses.
En segundo lugar, determine exactamente lo que desea lograr traduciendo sus materiales a otros idiomas. Determinados conocimientos, recursos, preparación y experiencia pueden ser vitales, en particular para la documentación más compleja y crucial, y sobre todo si prevé traducir acondicionamiento y etiquetado farmacéutico o complejos resúmenes de las características de los productos. ¿Saben sus posibles proveedores cómo gestionar las plantillas de los documentos de control de calidad correctamente o de dónde descargar las últimas versiones de los recursos de la Agencia Europea de Medicamentos? ¿Pueden presentar el trabajo dentro el plazo de cinco días de la fase posterior al dictamen en 26 idiomas? Tema de reflexión…
En tercer lugar, pregúntese hasta qué punto confía en que sus distribuidores realicen cualquier trabajo de traducción en curso. ¿Son los más indicados para este trabajo? Después de todo, su principal objetivo es la venta de sus productos, no la precisión en la traducción de los documentos. Por experiencia, sé que tienden a cumplir sus propios plazos en lugar de los que usted desearía. Podrían tardar tres meses en realizar un trabajo de tres días. Además, los distintos distribuidores que trabajan en su documentación pueden utilizar terminología diferente, lo que provocará incoherencias en la marca. Debo añadir que, aunque a veces es buena idea hacer que los distribuidores traduzcan los materiales de los productos, creo que es preferible el uso de un recurso de traducción profesional que pueda colaborar con sus distribuidores y otros contactos locales con el fin de aprobar la terminología para los mercados nacionales; ellos pueden ayudar a mantener la coherencia de su mensaje.
Existen otras muchas áreas que también deben tenerse en cuenta a la hora de evaluar y seleccionar un socio lingüístico fiable, y esta tarea conlleva más riesgos de los que cabría esperar. Asegúrese de buscar con cautela un posible proveedor que preste atención a sus necesidades. Para un buen proveedor, usted siempre será la prioridad. De lo contrario, pertenecerá a la categoría de «elección equivocada».
*Este artículo se publicó inicialmente en el ejemplar nº 0216 de The Medicine Maker.
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