Hoy en día, si vamos a comprar un producto o contratar los servicios de una empresa, conviene tener en cuenta de qué manera podemos asegurarnos de que ofrece unas mínimas garantías de calidad. A la hora de elegir, por ejemplo, un proveedor de servicios lingüísticos, hay que tener en cuenta que la calidad engloba diversos aspectos; desde la relación que establece con sus clientes hasta la fiabilidad de sus procesos de selección de colaboradores que participan en los distintos proyectos pasando por aspectos más específicos como el uso correcto de terminología, procesos de gestión trazables, confidencialidad y seguridad de la información que maneja. Todos estos aspectos ayudan a garantizar un elevado nivel de calidad de los servicios y/o productos que ofrece y por lo tanto también unos óptimos resultados en relación al grado de satisfacción del cliente.
Pero ¿cómo valorar todos estos aspectos de forma objetiva? Es ahí donde entran las normas de calidad ISO que acreditan de forma objetiva e independiente que una empresa cumple la normativa vigente y sigue una serie de procesos considerados óptimos para garantizar que el producto o servicio cumple con las expectativas del cliente. Además, el hecho de que estas certificaciones sean auditadas anualmente asegura que el proveedor en cuestión sigue los controles de calidad y procesos estipulados, así como la búsqueda constante de la mejora continua y de la satisfacción del cliente. Pero vayamos paso a paso…
¿Qué es una norma de calidad? El origen de ISO
ISO (International Organization for Standardization) se fundó con la idea de dar respuesta a una cuestión fundamental:
“what’s the best way of doing this?” (que significa ¿cuál es la mejor forma de hacer esto?).
En 1944, como resultado de la unión de dos organismos nacionales que se dedicaban a la elaboración de estándares, –ISA (International Federation of the National Standardizing Associations,) y UNSCC (United Nation Standards Coordinating Committee), nace ISO en Londres. Hoy en día la ISO se ha convertido en la principal creadora de normas de aplicación internacional. Está constituida por 162 países y 3.368 organismos técnicos que son los responsables de la redacción de las normas ISO. Desde su fundación, ya se han elaborado más de 17.500 normas ISO que abarcan casi todos los ámbitos de fabricación y tecnología, además del sector servicios.
Se puede apreciar la importancia en la instauración de las normas ISO en el mundo en las encuestas anuales de la misma organización, que reflejan el número, cada vez mayor, de organizaciones que deciden certificarse.
¿Cuándo, quién y cómo se desarrolla una norma ISO?
ISO no decide cuándo debe desarrollar un nuevo estándar, sino que responde a una petición de la industria o de otras partes interesadas, como los grupos de consumidores. Normalmente, un sector de la industria o grupo comunica la necesidad de una norma a su miembro nacional que se pone en contacto con ISO. A partir de ahí es necesario contar con un “líder de proyecto” que presenta la propuesta de norma a través del Secretariat a los demás países miembros que forman parte del comité o subcomité técnico correspondiente. Los miembros del comité votan si dicha propuesta debe proseguir o si, por el contrario, no debe seguir adelante. En caso de que se apruebe la propuesta, cada país nombra a una serie de expertos para que hagan seguimiento del desarrollo de la norma de forma que se garantice que la norma cumple con las necesidades del mercado y que sea de aplicación internacional. Todas las decisiones se deben tomar por consenso.
El proceso de desarrollo se divide en 6 diferentes fases en las que los expertos asignados de cada norma se reúnen, debaten y aprueban el contenido: Propuesta, Preparación, Comisión, Consulta, Aprobación y Publicación. Cada comité técnico consta de una serie de miembros que son los que se encargan del desarrollo de las normas. Dicho comité nombra un panel de expertos en cada tema que se encarga del seguimiento de cada una de las normas. Además, también colaboran en el desarrollo de las normas las asociaciones de consumidores, instituciones académicas, organizaciones no gubernamentales y el gobierno. Los expertos que participan en el desarrollo de las normas lo hacen de forma voluntaria y desinteresada y suelen ser profesionales independientes o que representan una organización perteneciente a la industria, una administración pública, asociaciones profesionales, centros de investigación o universidades, permitiendo la máxima representación y cobertura de todos los intereses del sector.
Las certificaciones en el sector de la traducción y de la interpretación
El Comité Técnico que se encarga de la redacción de las normas correspondientes al sector de la traducción y de la interpretación es el TC 37 (Technical Committe in charge of Terminology and other language and content resources), creado en 1947. Este Comité Técnico tiene como objetivo la estandarización de principios, métodos y aplicaciones relacionadas con la terminología y otros recursos lingüísticos y de contenido en el contexto de la comunicación multilingüe y la diversidad y ya ha publicado 51 normas de las que destacamos algunas:
Las normas de calidad más populares que deben cumplir los proveedores de servicios lingüísticos para asegurar la calidad de sus productos y servicios son la norma ISO 17100, la norma ISO 9001 y ISO 13485 para dispositivos médicos
Así pues, a la hora de seleccionar un partner para proyectos multilingües, en el caso concreto de las empresas de traducción y proveedores de servicios lingüísticos, además de la certificación general ISO 9001, es importante contar con la certificación ISO 17100, específica para el sector de la traducción o ISO 13485, para la fabricación de dispositivos médicos.
- La norma ISO 9001, de ámbito general, especifica los requisitos que debe cumplir un sistema de gestión de la calidad (quality management system – QMS). Esta última norma es aplicable a cualquier sector de actividad. Las empresas se certifican por la misma para mostrar su compromiso y capacidad para proveer productos y servicios que cumplan con los requisitos y expectativas del cliente de forma consistente.
- La norma ISO 17100 es específica de los servicios de traducción y, desde el año 2015, sustituye la norma europea UNE-EN 15038. Sus disposiciones establecen las competencias y cualificaciones que deben cumplir traductores, revisores y otros profesionales involucrados en la actividad. También establece los principios básicos del marco de colaboración entre organización, proveedores y cliente de forma que se garantice así un nivel óptimo de calidad tanto del producto (la traducción) como del servicio y relación con las partes interesadas (stakeholders).
- Dependiendo de los ámbitos de especialización del proveedor de servicios lingüísticos (LSP) también es importante considerar la certificación ISO 13485 para la fabricación de dispositivos médicos. Esta norma implica el análisis y gestión de riesgos en cada proyecto de traducción en un ámbito tan importante como el de la salud, donde un error puede conllevar graves consecuencias para el usuario.
Solo seleccionando un proveedor certificado por al menos estas tres normas, tendrá la seguridad de que dicho proveedor cumple con unos parámetros de calidad comprobados que garantizarán que la internacionalización de su producto o servicio sea un éxito.
CPSL: compromiso con la calidad y la satisfacción de nuestros clientes
Desde hace más de 18 años CPSL ha demostrado su compromiso con la calidad. Ya en el año 1999, CPSL participó junto con otras tres empresas en el proyecto MLIS Quartet 3005, proyecto financiado por la Comisión Europea cuyo objetivo era el desarrollo de un estándar de calidad para el sector de la traducción. En 2004 CPSL dio un paso más en su compromiso con la calidad y la mejora continua y se certificó por la norma ISO 9001, certificación que ha ido renovando anualmente desde entonces. Además, cuenta con la norma ISO 13485, relativa a productos sanitarios, convirtiéndose en una de las pocas empresas de traducción expertas en el sector de ciencias de la vida que puede garantizar la calidad del servicio para este mercado tan sensible. Finalmente, en 2016, CPSL se certifica por la norma ISO 17100, norma específica del sector de la traducción (sustituye la UNE 15038). Pero el compromiso de CPSL no acaba con la certificación y renovación de todas las normas relevantes para nuestra actividad, sino que, además, CPSL está participando activamente en el desarrollo de nuevas normas desde 2012.
En palabras de Raisa McNab, responsable de Calidad y Formación de la Association of Translation Companies (ATC), referente al desarrollo de la norma ISO 18587 por parte de CPSL: Raisa McNab ha vivido la emergencia y la adopción de normas ISO aplicables al sector lingüístico en la última década, y como miembro de la iniciativa relacionada con las normas de la Association of Translation Companies del Reino Unido, acoge con satisfacción el desarrollo de la norma ISO 18587 por parte de CPSL el año pasado. «En el mundo globalizado en el que vivimos, la alta calidad de la traducción y la localización es más importante que nunca. Las empresas de traducción experimentadas utilizan la automatización, la traducción automática y procesos muy desarrollados para ofrecer una localización más eficiente y, si lo hacen en el marco de una certificación ISO reconocida, sus clientes no dudarán en compartir sus valiosos contenidos con un partner que se preocupa por la calidad».
Whitepaper TA Inteligente

¿Cómo aplicar lo mejor de la inteligencia artificial a su empresa?
¡Leer ahora!